Un gran amigo conversando de las sociedades actuales y los ataques a las democracias liberales me recomendó leer el libro de Michael J. Sandel, “La tiranía del mérito”.
Sandel explora el papel que ha desempeñado el mérito en la sociedad moderna y cómo ha llevado a la creación de una sociedad cada vez más dividida y desigual. Lo lei, y viniendo de Israel, de un kibutz, considero que hay un camino que favorece el merito, pero con valores de equidad y solidaridad.
Sandel argumenta que el ideal del mérito se ha convertido en una tiranía que ha creado una cultura de ganadores y perdedores, donde los ganadores se consideran superiores y los perdedores son culpados por su propia falta de éxito. Según Sandel, este enfoque en el mérito ha llevado a la eliminación de otros valores importantes, como la solidaridad y la preocupación por el bien común.
El autor también examina cómo el sistema educativo y económico actual refuerza la tiranía del mérito, y cómo la creencia en el mérito individual ha llevado a la desigualdad y la polarización política. Sandel aboga por una nueva forma de pensar sobre el éxito y la justicia, en la que la igualdad de oportunidades y la solidaridad sean valores centrales.
Los kibutzim en Israel son comunidades agrícolas donde los miembros viven juntos y comparten la vida. En sus comienzos compartian todo, desde la propiedad hasta la comida y la educación. En la actualidad, se privatizó los medios de trabajo. Cada uno trabaja dentro o fuera del kibutz pero comparten un espacio comun, la actividad cultural la preocupacion por la educacion de todos los niños y jovenes. En un kibutz, la igualdad de oportunidades y la solidaridad son valores centrales, pero también se fomenta el mérito personal y la excelencia en todo lo que se hace.
En contraste con la «tiranía del mérito» descrita por Michael J. Sandel, los kibutzim han encontrado una manera de equilibrar la igualdad y la meritocracia. En un kibutz, todos tienen igualdad de oportunidades para acceder a la educación y los recursos, pero también se fomenta la excelencia en todo lo que se hace. Los miembros del kibutz reciben incentivos para trabajar duro y destacarse en su trabajo, pero esto se hace dentro del marco de una comunidad que valora la solidaridad y el bien común.
Un ejemplo de cómo los kibutzim han logrado este equilibrio es en la forma en que toman decisiones. En un kibutz, las decisiones importantes se toman en asambleas democráticas, donde todos los miembros tienen igual voz y voto. Esto garantiza que todos tengan igualdad de oportunidades para influir en el futuro del kibutz y que las decisiones se tomen en beneficio de toda la comunidad.
Además, en un kibutz, se fomenta la educación y el aprendizaje continuo. Los miembros son animados a mejorar en su trabajo y en su vida personal, pero siempre dentro de un marco de solidaridad y apoyo mutuo. El éxito individual se celebra, pero siempre dentro del contexto de una comunidad que se preocupa por el bienestar de todos sus miembros.
El kibutz es un ejemplo de cómo es posible equilibrar la igualdad y la meritocracia. A través de una combinación de igualdad de oportunidades, solidaridad y fomento del mérito personal, los kibutzim han creado comunidades vibrantes y exitosas que han perdurado durante décadas. Son un recordatorio de que es posible crear comunidades exitosas que valoren tanto la igualdad como el mérito personal t son una buena respuesta a Sandel y su libro “La tiranía del mérito”